domingo, 5 de abril de 2009

Adicción

Soy un adicto a la belleza. Transpiro para la Belleza. A Ella invierto mis horas de existencia. Entiendo bien que no la puedo tocar, que me es distante, ajena. Pero la necesito. Soy un adicto, no es que pueda decidir entre sentirla y no sentirla. En todo caso, incluso si pudiera adquirirla y desecharla como un no adicto, no es una mercancía cualquiera, no está a la venta ni está a la mano. No es suficiente salir a la calle para apreciarla, para presenciarla. No siempre se está en la disposición necesaria e incontrolable de mirar hacia ella. Es verdad que no siempre está, pero cuando está, la siento cumplir su papel atravesándome. Después de mucha frustración, ahora sé que es volatil, que no debo andar sin cuidado ni tomarla nerviosa y torpemente. Todo intento por apresarla es contraproducente, pues la esfuma. Es una adicción terrible. Si no puede estar en mis manos, no puedo controlar sus apariciones en mi vida y no puedo garantizarme mi dosis de belleza. Debe haber algún modo de asegurar que estará ahí cada día, si no como objeto, quizá sí como paisaje. Es cuestión de generar la situación. Pero ¿cómo?, ¿cómo...?

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Es imprescindible...

Anónimo dijo...

Tu blog no tiene RSS, por favor ponle RSS

Enrique dijo...

Oh... dame un tiempo, me hace falta instruirme en eso.

Anónimo dijo...

Ahh, disculpa ya tiene y no me había fijado, pero gracias por la atención.

Saludos