jueves, 10 de abril de 2014

Las estrellas podrían perder su mudez

El tema sigue siendo público, porque es digital, y porque los pastores también son económicos. Es decir, ellos no quieren hacer ganado de hombres y mujeres porque valoren el embrutecimiento, sino porque valoran, como muchos seres y cosas ínfimas, conservar su energía y sus recursos limitados. Bastante tienen con el peso de su suerte y su ignorancia. Pero, ¿quién ve hoy día el sol con los ojos de la eternidad si no cabe en su corazón creer en la Justicia? Así, ¿cuánta razón se necesita para prometer el beneficio de romper el yugo y las sentencias? Para tantas cosas la guillotina es más elocuente que la razón. No te cortes en cortar, me decían.

La posibilidad del error es así, un manantial abundante para la duda y la confusión. ¿A qué refiere? ¿Qué reporta? ¿Guarda valor para mí? ¿Me está dando la espalda? ¿Me río? ¿Ahí estoy yo? ¿Soy Yo?

Pues claro, una nada, un "vacío" y una necesidad de asir y captar la diversidad, de un otro que le dé solidez al propio rostro y a la propia identidad. ¿Qué más puede ser una tesis si no posee un extenso conjunto de tejidos y texturas, superficies de distintas cualidades, compuestas y en orden, que ofrezcan a una comunidad que escucha, lugares comunes pero asentados y entreverados con contextos de descubrimiento y asombro, para liberar sus tensiones?

"He sido muchacha, planta, pájaro y pez mudo en el mar", decía Empédocles. Hoy los adeptos dicen que somos polvo de estrellas. Eso significa hoy "polvo seremos", que venimos de las calderas solares y seremos parte de otros compuestos y materias nebulosas. Aunque fallen los pies, los brazos, los ojos, la boca, los oídos, ¡qué alegría da siquiera imaginar soluciones y contemplar problemas mayormente intratados! ¡Son pequeñas puertas a universos hermanos, cuyas pasiones no padecerá nuestro cuerpo! ¿Será que algún día ellos sí tengan acceso a nuestro dolor? ¿Qué lazo podría dar el polvo de nuestras ideas entre estos y nosotros? Nosotros cuando vemos cantar a las ballenas nos podemos conmover, pero entendemos socialmente poco o nada, pero, ¿y si pudiéramos romper la barrera y saber, por poner un caso, qué se siente ser un murciélago? Puede parecer improbable para nuestros raquíticos signos, pero, ¿no podrán en algún punto aquellos seres más allá de nosotros? ¿Podrán cruzar tiempo y espacio y llegar a nuestra miseria? ¿Qué contemplación mereceríamos? ¿Danzar sobre nuestra tumba, tal vez?

Hay varias formas de alegría en contextos lúgubres. Una bella es la Martiniana. Otros modos son desvergonzados, de cuando los cerdos son superados en inmundicia por los hombres. Pero también hay formas ceremoniosas... y formas que pueden ser pintadas "con un pincel finísimo de pelo de camello"... formas que escapan todas a nuestras consideraciones siderales.